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Autoridades educativas de América Latina y el Caribe discutieron sobre la correcta implementación de políticas curriculares
En el primer taller del Foro Regional de Política Educativa 2022, participantes de 29 países trabajaron colectivamente para consensuar desafíos y recomendaciones sobre la implementación de políticas curriculares para enfrentar la crisis de aprendizajes.
Libros, globo terráqueo y útiles escolares.

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Con la moderación de Alejandra Arratia, Directora Ejecutiva de Educación 2020, el primer taller del evento buscó analizar cómo las políticas curriculares pueden incidir en la mejora de los aprendizajes. En este espacio, se señaló la necesidad de pensar el currículum con una mirada holística y se divisaron cuatro dimensiones básicas de análisis respecto a él: la legitimidad, la sostenibilidad, la articulación y el contexto. La audiencia fue separada en grupos, que en base a estos ejes debieron identificar desafíos y establecer recomendaciones a la hora de implementar políticas curriculares.

Respecto a la legitimidad, la principal necesidad destacada en el taller fue asegurar el involucramiento y participación de los distintos actores en el proceso de desarrollo curricular. Otro de los consensos a los que se llegó fue la necesidad de reconocer y potenciar el rol de los docentes en la construcción de estas políticas generando condiciones adecuadas de tiempo, espacio y lugar para el trabajo.

En el eje de sostenibilidad, los participantes aconsejaron tener ciclos que den certeza jurídica para tener continuidad curricular y una visión de Estado en la materia basada en consensos sociales amplios. Se sugirió consolidar una visión integral de las definiciones curriculares, con foco en el desarrollo socioemocional, la atención a la diversidad y orientándose a una visión más humana del desarrollo. Los equipos consideraron importante la generación de un diseño claro en el nivel de detalle de los aprendizajes para no enfrentar el riesgo de la sobrecarga, manteniendo el principio de equidad y alta expectativa. Paralelamente, consideraron fundamental atender factores asociados, como alimentación, transporte, salud, cuidado y bienestar.

Para la dimensión de articulación se mencionaron como objetivos centrales el aseguramiento de la coherencia sistémica con otras políticas y entre los distintos niveles de acompañamiento técnico pedagógico, así como el fortalecimiento de la formación docente. Este último punto significa reforzar conocimientos como la didáctica, las metodologías innovadoras, y el aprendizaje activo y contextualizado. Respecto a la docencia, también hubo énfasis en desarrollar estrategias de formación que consideren adecuadamente los tiempos necesarios, definan etapas realistas y progresivas, y se acompañen de unidades y recursos de apoyo para la apropiación curricular. Se concluyó que es clave asegurar un equilibrio entre las habilidades para la vida y las habilidades para el mundo del trabajo en el currículum, especialmente desde la perspectiva de la juventud.

En cuanto al contexto, los participantes encontraron estratégico el estructurar el currículum con una parte común y una parte más flexible, para facilitar la contextualización. Simultáneamente, recomendaron desarrollar estándares que orienten los procesos de contextualización curricular, articulando e ilustrando los aprendizajes mínimos comunes, y permitiendo mayor flexibilidad.

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