Durante los últimos veinte años, América Latina presenta significativos avances en las trayectorias escolares, ampliando las oportunidades de acceso, permanencia y finalización de la educación secundaria y reduciendo las brechas de desigualdad. Sin embargo, persisten profundas deudas para garantizar el acceso universal. Ello se evidencia, por un lado, en los altos índices de exclusión, que afectan mayormente a las poblaciones vulnerables, y, por otro, en un estancamiento de los aprendizajes en bajos niveles.