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Mientras la distribución desigual de recursos y oportunidades persiste en América Latina, la equidad y la educación se han convertido en las promesas centrales de la Agenda 2030. En ese sentido, el ODS 4, inspirado en el hilo conductor de “no dejar a nadie atrás”, compromete a la comunidad internacional a garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todas las personas.
Entre muchas otras causas, la ruralidad conforma el listado de condiciones que posibilitan una reproducción sistemática de la inequidad. Los datos muestran que los adolescentes de zonas rurales conviven en grandes niveles de desigualdad, no solo respecto al acceso, sino también a la permanencia y conclusión de la secundaria. Mientras en la región al menos el 30% de todos los establecimientos educativos son escuelas rurales, el promedio de escolaridad muestra una marcada brecha con las zonas urbanas. El promedio de escolaridad para América Latina es de 9,5 años, siendo de 10,4 en zonas urbanas y tan solo 6,7 en zonas rurales. Las tasas más altas de repitencia y deserción escolar son superiores en estudiantes de estas comunidades.
“Solo para entender la dimensión, las y los habitantes de las zonas rurales representan el 18% de la población de la región, pero el 41% de quienes viven en situación de pobreza extrema”
Henry Armas, coordinador del área de Cooperación Técnica de la Oficina para América Latina del IIPE UNESCO
Dos jornadas de intercambio regional
Con el fin de fortalecer los procesos de construcción participativa de políticas educacionales adecuadas a la diversidad de contextos rurales que busquen el desarrollo integral del estudiantado, el encuentro fue organizado en dos jornadas, a su vez subdivididas en dos tipos de modalidades: una expositiva y una de debate.
La primera jornada contó con las presentaciones de Anna Nascimento (Porticus), Martín Vegas (UNESCO Perú) y Óscar Sánchez (Educapaz), quienes brevemente presentaron los desafíos en Brasil y los programas de secundaria rural implementados por Porticus en Perú y Colombia, respectivamente. Henry Armas, por su parte, plasmó el contexto marco de la situación en la región. Estas exposiciones sirvieron como material para un profundo debate y puesta en común de los asistentes con el objetivo de dar forma a la construcción de una comunidad práctica que promueva la articulación de un trabajo conjunto para potenciar la educación media rural étnica e intercultural en América Latina.
Durante la segunda jornada se contó con la valiosa perspectiva de Bernardo Toro, referente de Fundación Avina y de Givânia da Silva, activista e investigadora perteneciente a una comunidad quilombola de Brasil y referente de Conaq. El encuentro concluyó con un análisis y discusión en modalidad taller para luego pasar a una presentación plenaria que extrajo acuerdos y compromisos institucionales de todas las personas presentes.
“Tenemos en común la comprensión de la urgencia de trabajar con las zonas rurales, la importancia de la educación étnica y multicultural, y los retos a los cuales se enfrenta la educación secundaria”
Anna Nascimento, gerente de programas de Porticus América Latina.
Los casos de Brasil, Perú y Colombia en torno a la secundaria rural
Porticus es una institución de filantropía familiar privada que se enfoca en el área de educación, derechos humanos y justicia ambiental de manera global. Actúa en más de 90 países buscando el desarrollo integral de niños y niñas para construir una sociedad más justa y sostenible a través de un cambio sistémico. Durante el encuentro fue posible conocer los proyectos implementados por la organización en zonas rurales y comunidades vulnerables de Perú y Colombia, además de las acciones previstas en Brasil.
Los proyectos presentados mostraron tener en común la participación activa de las comunidades para el desarrollo de los diagnósticos y las líneas de acción.
“Educapaz trabaja en cuatro niveles: con los seres humanos —creemos que no se puede cambiar el sistema si no trabajamos con docentes, niños, niñas y familias en la transformación personal—, con las escuelas como institución y en la relación escuela-comunidad, con los territorios y la región, y con el país vinculado al mundo”, explicó Óscar Sanchez, director de Educapaz, sobre el programa implementado en Colombia desde el año 2016. Además, enfatizó que la iniciativa, que incluye no sólo la educación secundaria y media sino también primaria, se concentra en identificar actores estratégicos para que incorporen su visión territorial a los proyectos.
Si bien la inequidad es marcada entre la ruralidad y el mundo urbano, y aún más profunda cuando se atiende a la educación secundaria rural, un dato alentador es que la interculturalidad es incluida cada vez más en las políticas educativas de la región. Por eso, el encuentro puso el foco en la importancia de promover políticas educativas especialmente orientadas por esa perspectiva.
“Nuestra acción en la ruralidad no es solo por las carencias, no es solo por la desigualdad educativa ni por la injusticia educativa, sino que nuestra acción en zonas rurales también es mirando el potencial y el saber de estas comunidades de las cuales en realidad depende en buena medida el desarrollo del Perú”
Martín Vegas, coordinador del Programa Horizontes de Secundaria Rural de la UNESCO
Para el caso de Brasil, Anna Nascimento explicó cómo se vienen desplegando varios esfuerzos en el país, priorizando el desarrollo socioambiental, la contribución a una gobernanza democrática y la reducción de la discriminación sistémica.
Perspectivas de la educación secundaria y media rural étnica/intercultural
Durante la segunda jornada, la activista e investigadora Givânia Da Silva expuso su experiencia en el quilombo da Conceição, una de las 6.500 comunidades que se estiman fueron fundadas en Brasil a partir de la resistencia a la esclavitud.
Conaq es un movimiento creado para luchar y defender los derechos de las comunidades quilombolas en el marco de un país signado por un profundo racismo que perdura hasta hoy. Dicho movimiento sistematizó el "Proyecto político-pedagógico del territorio" trascendiendo a las escuelas, y presentó un serio replanteo sobre las formas en que se piensa la educación.
“Nosotros decimos que este proyecto político-pedagógico está dentro de otro concepto que nosotros hoy llamamos de ‘pedagogía criolla’: un modo de pensar, de hacer la educación en el que las comunidades y los territorios sean elementos centrales, que no sean solo un lugar de observación sino agentes activos, vivos dentro de la sala de clase”, explicó Givânia.
Por su parte, Bernardo Toro, responsable de la Fundación Avina en Colombia, presentó su mirada sobre los desafíos para la educación secundaria y media rural étnica/intercultural a través de seis tesis que le permitieron problematizar sobre los tres desafíos a los que, a su entender, se enfrenta la educación en la actualidad: la COVID-19, la recesión económica y el cambio climático.
“América Latina no tiene una especificidad sobre el significado de la secundaria”, afirmó Toro. El horizonte debería ser, para el especialista, “que la educación se construya y refleje nuestras culturas originales e híbridas y que podamos construir agendas colectivas regionales para lograrlo”.